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HISTORIA DE LA LARVATERAPIA |
Es natural y provechoso para la investigación observar el futuro con la finalidad de obtener nuevas conductas terapéuticas; pero, también es cierto que no debemos desestimar los méritos del pasado. Una técnica de la era pre- antibiótica, que curaba con éxito las infecciones purulentas, consistía en el uso de larvas. Kan Lawrence Horn, M.D.; Albert H. Cobb, Jr., M.D.; and George A. Gates, M.D., 1976
Los tratamientos son raramente vistos con buenos ojos por los pacientes, sobretodo cuando estos se plantean de forma inusual; Incluso los médicos pueden asustarse y rechazarlos. El Dr. William A. Nolen aprendió esta lección en los años cincuenta en el Bellevue Hospital de la Ciudad de Nueva York. En su primer día como residente en el Departamento de consulta externa, Nolen fue tomado de la mano por la enfermera Riley, una mujer brillante quien lo puso en contacto con los enfermos alcohólicos y drogadictos, quienes tenían úlceras en las piernas. Ella le dijo “Usted. tiene que ser fuerte”. Los primeros pacientes necesitaban solo un cambio del apósito de gasa; uno de ellos, debió ser internado en el hospital. Entonces Riley empezó a desenvolver la venda de la pierna del hombre, cubierta de suciedad y tizne. Cuando llegó a la última capa de gasa, Nolen : “ Avistó como se arrastraban en 7 centímetros de hueso desnudo, un enjambre de gusanos (larvas). Yo casi vomito”. Riley, sin embargo, lo había visto todo. Ella serenamente le aplicó éter, haciéndolos salir de la herida. Lo que ella dijo luego, conmocionó a Nolen casi tanto como su primera contemplación de aquella muchedumbre que se arrastraba “Las larvas seguro que mantienen la úlcera limpia” Nolen, quien había sido puesto en apuros por haber vislumbrado una herida, ahora miraba con mucha atención. Los gusanos parecían haber comido solo el tejido dañado y la úlcera presentaba un aspecto de “ carne roja y saludable ” aún así, Nolen necesitó un poco de aire fresco. Desde tiempos ancestrales, los humanos infectados con gusanos de moscas(Miasis) han sido considerados como repugnantes.
Los primeros datos escritos sobre las larvas lo encontramos en la Biblia, donde Job, dice: Tengo la piel agusanada y ennegrecida. La carne se me revienta y brota el pus.(Job 7:5) |
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Obviamente, hay acontecimientos en que se debe tener la facultad de descubrir cosas agradables; en este caso, las larvas curaban las heridas severamente afectadas, y más aún con el uso deliberado de otros agentes terapéuticos aunque los aborígenes Australianos, los montañeses en Birmania y los Mayas parecen haber dado el primer salto hace mucho tiempo. El uso terapéutico subsecuente de larvas fue obstaculizado por diferentes factores: Además, incluso usando las moscas correctas puede infectar una herida. El descubrimiento de microbios y el advenimiento de la teoría de los gérmenes por Luis Pasteur y Robert Koch, alteraron para siempre el afán de los médicos de introducir agentes contaminantes en el cuerpo. La teoría de los gérmenes fue rápidamente seguida por el desarrollo de técnicas antisépticas, revolucionando el tratamiento de las heridas bajo las mejores condiciones asépticas. A finales del siglo XIX ningún profesional médico promovía activamente el uso de larvas, aunque existen evidencias que la infestación accidental de las heridas en los hospitales era tolerada y apreciada. Luego de la primera guerra mundial surgió una nueva generación de médicos, que se interesaron seriamente en la investigación de las úlceras complicadas y que causaban repugnancia. A menos que los heridos recibieran un cuidado quirúrgico oportuno, la infección se hacía perniciosa. Las técnicas antisépticas no eran suficientes y la tasa de mortalidad entre los heridos alcanzaba el 75%. Debido a estas circunstancias desesperadas, más de un cirujano militar vislumbraba que en casos de demora en la limpieza quirúrgica, resultaba más sano cuando habían sido naturalmente infestados con la larva de la mosca. Muchos sugerían criar larvas. Este tipo de insinuación era considerada como una broma; aunque, existían rumores de que ya había muchos galenos americanos que realmente estaban intentando inducir la infestación de larvas. |
Baer, se desempeñaba como profesor de clínica y cirugía ortopédica en la Hopkins University School Of Medicine. Se especializaba en osteomielitis, una infección debilitante, dolorosa colmada de secuestros y abscesos en los huesos. En muchos casos, las úlceras llenas de pus se hacían crónicas y duraban de cuatro a diez años y más. La duración de la enfermedad era preocupante debido a que una multitud de los agraviados eran niños. |
Además, la terapia convencional de numerosos desbridamientos quirúrgicos, que consiste en separar todo el tejido muerto séptico, acompañado de rondas interminables de apósitos antimicrobianos, eran frecuentemente inútiles, y, así como en los heridos de guerra, la mortalidad eventual era alta. En 1929, después de arrastrar el problema por una década, Baer decidió utilizar las larvas en su práctica médica civil. Baer murió dos años mas tarde, en 1931, pero no sin antes convencer a muchos médicos escépticos que las larvas brindaban una terapia científicamente segura y apetecida por la ciencia médica, ya que las dos cosas iban de la mano. Para aplacar la repulsión de los pacientes y el personal, Baer construyó grandes jaulas con mallas, confinando las moscas y sus crías a la vista de los interesados. El continuo movimiento de las larvas causaba un intenso cosquilleo, Baer los aliviaba colocando vendajes en la piel circundante de la herida. Cuando varios de los pacientes tratados presentaron síntomas clínicos de tétanos, Baer inmediatamente reconoció que el problema de la contaminación venía por criar larvas en forma natural. El Dr. Baer, junto a sus colaboradores decidieron criar las moscas en el laboratorio y ejecutaron procedimientos meticulosos de esterilización para uso clínico. Colegas médicos entusiastas pronto adaptaron y mejoraron las técnicas de Baer en sus propias clínicas. Entomólogos gubernamentales ayudaron a identificar las especies de moscas y aprender su fisiología y óptimo cultivo. Todos querían evitar el craso error de un hospital que accidentalmente produjo moscas del gusano de tornillo, cuyas larvas se comían el tejido vivo y no el gangrenado, por esta razón muchos cirujanos rehusaron dar a las larvas una oportunidad a pesar de cambiarle el nombre “Larvaterapia” con la finalidad de que el término sea más médico, parte de su resistencia se debía al hecho de que nadie sabía la mecánica biológica de las larvas para curar las heridas. Varias hipótesis postulaban que los gusanos producían una sustancia que simulaba el suero sanguíneo que contenía un componente metabólico curativo, con la esperanza de que el principio activo pudiera ser extraído y utilizado independiente de las larvas mismas. Las larvas fueron molidas en una solución para producir vendajes y vacunas inoculadas en la piel. Investigaciones posteriores aislaron la alantoína, urea y el bicarbonato de amonio, obteniendo algún beneficio. Sin embargo no hay evidencia, que justifique la vacuna de las larvas y la idea rápidamente se perdió en los cientos de documentos escritos entre 1930 y 1940. Eventualmente, los esfuerzos para promover el uso de las larvas tuvieron éxito. Después de pocos años de la primera vez que Baer utilizó las larvas, se utilizaron larvas vivas en más de 300 hospitales en Canadá y los Estados Unidos. Los cirujanos en el exterior comenzaron a interesarse. Un dentista en New Jersey, desesperado por unirse al grupo, anunció su intención nada práctica de usar larvas en tratamiento de conducto y por los menos dos casas farmacéuticas incluyendo laboratorios LEDERLE, comenzaron a producir en masa larvas libres de gérmenes para uso clínico. LEDERLE incluso publicitó su nuevo producto en el Journal of the American Medical Association. A pesar de contener fotos repugnantes, le fue mejor a las larvas en un 38%. Un médico reportaba que con larvas había tenido mejores resultados que con cualquier otra terapia conocida para curar heridas crónicas de tejido y hueso. Parecía que las larvas habían tomado su lugar en la farmacopea médica, pero nuevos descubrimientos científicos intervinieron. Un fármaco llamado SULFA, desarrollado a mediados de 1930, comenzó a participar en el tratamiento de heridas. Para 1944, Howard Florey y Ernst Chain habían descubierto cómo producir en masa la penicilina de Alexander Fleming. Los tres ganaron el Premio Nóbel por su trabajo, el cual impulsó la era de los antibióticos. Con esto llegó una virtual extinción de la terapia con larvas. Investigaciones científicas sobre el valor medicinal de las larvas, tan vigorosas a comienzos de 1930, se silenciaron para fines de la década. Por alrededor de 40 años, el único recuerdo de la terapia larvaria era una escasa investigación sobre la actividad de la secreción de larvas y el interés poco frecuente de médicos como William Nolen sobre los resultados de la infestación natural de las crías. Era improbable por consiguiente, que las larvas fueran utilizadas una vez más. Las razones eran simples: Aunque los antibióticos son poderosos, tienen sus limitaciones. Más y más pacientes están desarrollando infecciones que no responden ningún régimen antibiótico y/o antiséptico. En otros casos, el problema en la resistencia a los antibióticos por parte de los microbios. Otras veces es un severo dolor u otra ulceración incontrolable e incluso puede responder a un ineficiente sistema inmune, tan debilitado por enfermedades crónicas o traumas severos, que no se puede trabajar con antibióticos para erradicar la infección. En todas estas situaciones, sin la ayuda de control bacteriano efectivo cualquier esfuerzo para cortar el tejido necrosado se hace con una continua reaparición en heridas mortales y resistentes en toda práctica terapéutica moderna sin resultado. Tales infecciones son costosas en términos monetario y de vidas. El tratamiento de una úlcera originada por presión (úlceras de la cama o de decúbito) puede costar entre 30.000 y 70.000 dólares en los Estados Unidos de Norteamérica y puede requerir estadía de uno a seis meses en el hospital. Adicionalmente, múltiples transfusiones de sangre son típicamente necesarias con desbridamientos repetidos. Las estadísticas demuestran que las úlceras por presión originan aproximadamente 60.000 muertes anualmente en los Estados Unidos y este margen representa solo una de las principales causas de ulceración crónica. Por estas razones la terapia larvaria ha provocado algunos redescubrimientos de su uso como el de William Nolen, que ocurren por accidentes. En 1984 una mujer de 88 años de edad se paseaba en la sala de emergencia del Hospital General de San Francisco con una herida en la mejilla, llena de larvas. Había desarrollado un tumor facial crónico, pero su visión era tan pobre que no lo había notado. La infestación larvaria había ocurrido por accidente, pero los médicos con su consentimiento permitieron a las larvas terminar el trabajo que habían comenzado. Una semana más tarde, la herida fue cerrada quirúrgicamente y la mujer se recuperó sin mayores incidentes. Estos médicos notaron que lo que había ocurrido por accidente podría muy bien considerarse. El hallazgo también llamó la atención y curiosidad de los doctores Edward Pechter y Ronald A. Sherman, dos médicos que habían instituido el uso deliberado de larvas. Ambos trabajaban en la Universidad de California, Centro Médico Los Ángeles. Durante los años 80, un paciente ingresó con una ulcera en la pierna llena de gusanos. Después de su inicial reacción de asco justo como la de William Baer antes que ellos, observaron que el tejido saludable y libre de infección estaba creciendo dentro de la ulcera. Emocionados por las implicaciones clínicas, escribieron algunos artículos los cuales renovaron el interés general sobre el tema. Para Pechter fue una ilusión pasajera pero para Sherman fue una oportunidad para difundir los conocimientos. |
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El señor Taylor exclamó: “Le digo lo que pienso. No deseo perder mi pierna. Preferiría que me peguen un tiro. Con las larvas de vez en cuanto usted puede sentir cosquilleo, rasguños o mordedura, pero eso no me molestaba. Pienso que las larvas son magnificas”. Más y más médicos están utilizando lo que eufemísticamente se denomina “MT”, que significa terapia larvaria en inglés, o todavía más acertado “Biocirugía”. No pocos, como el Dr. John Church de Oxford Inglaterra, están siguiendo el método para así poder tratar casos difíciles. Durante los últimos 20 años, las larvas han sido introducidas en heridas necrosadas de personas que sufren de mastoiditis severas, úlceras de decúbito, tumores necróticos, osteomielitis crónicas, úlceras varicosas, heridas gangrenadas, infecciones cutáneas, forúnculos, quemaduras severas, laceraciones y úlceras incurables. Sin duda alguna las larvas han ganado su lugar en la medicina moderna al curar casos sin esperanza, cuando todos los otros tratamientos han fallado, pero seamos honestos, independientemente de cuán efectivas sean las larvas, la mayoría de nosotros probablemente no contemplamos su uso con tanto entusiasmo como el doctor Nolen a primera vista. En efecto, la literatura moderna sobre la terapia larvaria es más bien directa sobre la respuesta de los pacientes y el personal hospitalario. Jane Petro, doctora en cirugía del New York Medical Collage, quien utiliza las larvas para tratar tumores necróticos y quemaduras, ha observado que el asco o repulsión es la principal razón por lo que la terapia larvaria es solamente utilizada en personas en muy mal estado. |
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En casos sospechosos infectados sobre todo fistulosos que no dan seña de infección o de osteomielitis que las radiografías simples los descarta, le aplica Larvas como medida diagnóstica (no hay publicación en Medline de esta forma de diagnóstico). Actualmente, en su Fundación, está haciendo un estudio comparativo entre el tratamiento convencional y las larvas. La terapia larvaria es solamente uno de los muchos tratamientos anacrónicos que inexplicablemente están regresando en formas modernas, para citar un viejo dicho, antiguo: “Todo lo que brilla no es oro”. Muchas prácticas menos apreciadas del pasado están colmadas de sabiduría. Si podemos vencer nuestra respuesta al reflejo rotuliano podemos beneficiarnos de la acumulada experiencia de tan olvidada e ignorada medicina. El hecho de que un médico, no conozca una forma de tratamiento, no significa que no existe. |
1 comment on “HISTORIA”
Excelente felicitaciones al dr. Vincent que siga asi con ese esmero y siempre con el fin de salvar vidas que Dios le siga dando inteligencia , salud y larga vida